No soy un monstruo.
O al menos eso es lo que Eavan se dice a sí misma. Aunque Eve sabe que es una glaistig, y que el hambre por sexo y muerte —preferiblemente juntos— corre en su sangre, está determinada a mantenerse humana. Se volverá una glaistig completa solo si se involucra en sexo y asesinato el mismo mes… y hasta ahora ha conseguido evitar ambos.
O al menos eso es lo que Eavan se dice a sí misma. Aunque Eve sabe que es una glaistig, y que el hambre por sexo y muerte —preferiblemente juntos— corre en su sangre, está determinada a mantenerse humana. Se volverá una glaistig completa solo si se involucra en sexo y asesinato el mismo mes… y hasta ahora ha conseguido evitar ambos.
Pero alejarse de la tentación es más difícil que nunca antes. Un hombre misterioso, tan seductor como peligroso, ha estado drogando y aprovechándose de chicas en los clubes nocturnos locales, y Eve está determinada a detenerlo; incluso si le está resultando cada vez más difícil controlar sus instintos a su alrededor. Cuando su abuela contrata a un mortal atractivo para que la vigile, Eve puede que se vea empujada más allá de sus límites.
¿Puede Eve aferrarse a su mortalidad cuando los instintos de glaistig corren en su sangre? ¿Puede permanecer a salvo y humana? Dos líneas son todo lo que se interpone entre quien es ella y quien desea ser… y Eve necesitará todo su autocontrol para no cruzarlas ambas.
Toda su vida Eavan se ha visto enfrentada a una verdad innegable: se convertirá en una glaistig si tiene sexo y asesina durante el mismo mes. Y toda su vida se ha rehusado a ser como el resto de su familia, pero cuando conoce a Daniel, descubre que las decisiones que creía firmemente tomadas, empiezan a tambalearse.
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