HOLA MIS BOOKYS! AQUI LES TRAIGO UN ADELANTO DE ZERO, ZIP, ZICH!!!
EL PRIMER CAPÍTULO, ESPECIALMENTE DEDICADO A TODOS LOS FANS DE
LOS HERMANITOS REED!
Peck
Mi teléfono zumba y lo ignoro. Es sólo una de mis hermanas.
El
chico en la cabina de sonido me lanza una mirada sucia. Estoy
trabajando en una canción para el nuevo álbum, porque quiero ver cómo
suenan algunos nuevos golpes mezclados con nuestra nueva canción. Él
golpea un botón. —¿Necesitas tomar un descanso? —pregunta.
Niego
con la cabeza y sigo tocando. Toco la batería para una banda, y no
tengo tiempo para detenerme ahora mismo. Cualquier cosa que mis hermanas
tengan que decirme puede esperar hasta que haya terminado aquí.
Mi teléfono retumba de nuevo.
—Vamos a dejarlo hasta aquí, ¿de acuerdo? —dice él desde la cabina.
A
veces es un infierno tener cuatro hermanas. Y a veces es impresionante.
Ahora mismo estoy molesta. Agarro mi teléfono, pero en lugar de
contestar, lo meto en mi bolsillo.
Salgo
de la zona de sonido y me siento al lado del ingeniero de grabación.
—Déjame escuchar un momento, ¿quieres? —Doy golpecitos con mis baquetas
ligeramente sobre la mesa mientras hablo.
Él lo mezcla todo, y la música sale del auricular que me da. Me gusta. Me gusta mucho. Le sonrío y asiento.
Me devuelve la sonrisa. —Es mejor —dice—. Tenías razón. —Sacude la cabeza.
—No pareces muy feliz por eso —bromeo. Me saco el auricular y lo pongo sobre el mostrador. Paso una mano por mi rostro.
Mi
teléfono suena de nuevo, justo cuando se abre la puerta. La cual vuela,
golpeando con fuerza contra la pared. Me levanto cuando mi hermana Lark
se desliza en la habitación.
—Oh, Dios mío, he estado tratando de llamarte por una hora —espeta. Se dobla por la cintura, tratando de recuperar el aliento. Se pone de pie, apretando una mano a su costado.
—¿Qué pasa? —pregunto.
—No puedo respirar —jadea. Levanta un dedo—. Escaleras. —Inhala aire.
Uno
de sus guantes se desliza por la muñeca, y ahí es cuando me doy cuenta
de lo serio que es esto. Lark nunca se quita los guantes. Nunca deja que
nadie vea sus manos o brazos. Jamás. Durante mucho tiempo, pensé que
sólo era una rarita de los gérmenes —hasta que descubrí la verdad. Pero
el hecho de que acaba de dejar que su guante se deslice me dice mucho.
—¿Murió alguien? —pregunto.
Ella asiente. Pero luego niega con la cabeza. Luego vuelve a asentir.
—¡Oh, Dios mío! —Me tapo la boca con la mano—. ¿Quién?
—Sam Reed —jadea.
Mi corazón se tambalea. Mi estómago se hunde y la oscuridad llena los rincones de mi visión.
—Emily
acaba de llamar para decir que él estuvo en un accidente realmente
malo. Están todos en su camino de regreso de la playa para ir al
hospital.
Me hundo en una silla. —¿Y él murió? —¿Cómo pudo hacerlo? Tenemos asuntos pendientes.
Agita una mano en el aire. —No, no, todavía no.
Me levanto de un salto. —Entonces, ¿por qué demonios me dijiste que estaba muerto?
—¡En ese momento, estaba tratando de respirar! —grita de vuelta—. ¡No es mi culpa que lo entendieras mal!
La puerta se abre de nuevo y otra de mis hermanas entra en la habitación. Por fin. Alguien que puede darle sentido a esto.
—Emily
acaba de llamar de nuevo —dice Wren—. Ellos acaban de llegar al
hospital y Sam está en cirugía. —Wren podría ser un desastre en el
exterior, pero es muy calmada por dentro. Gracias a Dios.
Meto las baquetas en mi bolsillo trasero y me dirijo a la puerta.
—¿A dónde vas? —grita Wren a mi espalda.
No
la espero. Paro un taxi y entro, mi corazón latiendo a un kilómetro por
minuto. Sam está en el hospital. En cirugía. Dejé las cosas en un mal
lugar la última vez que lo vi. Un muy mal lugar. No puedo soportar la
idea de que esté herido y posiblemente muriendo sin saber realmente cómo
me siento por él.
~*~
El
taxi se detiene en las puertas de la Sala de Emergencias y salgo. Voy a
la recepción, y me dicen dónde está la sala de espera para la cirugía, y
me dirijo en esa dirección. —¿Eres uno de ellos? —me pregunta la señora
de la recepción.
Levanto una ceja, porque no puedo calmar lo suficiente mis pensamientos para hablar.
—Hay un montón de ellos aquí por él. —La miro fijamente—. Su familia.
Oh
sí. Hay un montón de Reeds, y todos ellos en un solo lugar pueden ser
un poco intimidantes. Un montón de grandes hombres rubios tatuados. Como
un buffet de testosterona y atractivo sexual, envueltos en bonita
tinta.
Me
detengo en la puerta de la sala de espera. Puedo escuchar el murmullo
de voces masculinas y asomo la cabeza en la habitación. Los hermanos
Reed están por todo el lugar, por no hablar de sus esposas. Encuentro a
Emily y me muevo. Ella me hace un gesto con la mano para que entre en la
habitación.
Me siento a su lado y ella toma mi mano. ¿Qué tan malo es?
Le pregunto en lenguaje de señas. El esposo de Emily, Logan, es sordo,
así que toda la familia habla en señas. Gracias a Dios que estas
personas hablan mi idioma. Porque si abriera la boca en este momento, un
gran y largo tartamudeo saldría, y nada más.
Bastante mal, responde ella.
¿Qué pasó?
Se encoge de hombros y sacude la cabeza. Se
fue de la playa justo después de la boda para ir a casa. Tenía que
llegar a la práctica. Ya había perdido demasiado tiempo de
entrenamiento. Y en el camino desde el aeropuerto hasta su casa, tuvo un
accidente.
¿Puedo hacer algo?
—Rezar —dice Paul detrás de ella.
Bueno, ahí lo tienes. Asiento. ¿Algo más?
Ella niega con la cabeza.
Pete
está sentado al otro lado de la habitación con sus codos en las
rodillas, la cara enterrada entre las manos. Reagan frota su espalda y
habla en voz baja en su oído. Él asiente, aunque a regañadientes, y la
besa rápidamente, tirándola contra él para un abrazo. Ella cae en sus
brazos, como si estuviera destinada a estar allí.
¿Está bien si me quedo por un rato? Pregunto.
Emily me aprieta la mano. —Por supuesto.
Hay
una conmoción en el pasillo y mis cuatro hermanas entran en la
habitación. Están casi caminando de puntillas, tratando de ser
silenciosas. Emily les cuenta la historia, y ellas se sientan una al
lado de la otra en el suelo y se apoyan en la pared.
Las
Reeds aceptan a la gente como si fueran parte de la familia. A
cualquier persona. El único requisito es tener pulso. Y si no tienes un
corazón, ellos te darán los suyos. Así que mis hermanas y yo ya sentimos
una conexión aquí, pero no puedo dejar de pensar que deberíamos irnos y
darles un poco de intimidad.
—¿Dónde están los niños? —pregunta Lark.
—Con una niñera —dice Friday.
—¿Todos ellos?
También
hay un montón de niños Reed. Paul y Friday tienen dos —tres si contamos
a Jacob. Y Matt y Sky tienen cuatro niños pequeños, además de Seth.
Emily y Logan tienen uno.
Matt se ríe. —Lo dices como si tuviéramos nuestro propio circo.
—Bueno, si el zapato te queda —dice Lark.
Pete levanta un dedo. —Serían zapatos, en plural. Un montón de animales de circo.
¿Quieres que vayamos y cuidemos a los niños? Pregunto. Estaríamos felices de hacerlo.
Sky,
la esposa de Matt, niega con la cabeza. —Vamos a ir a casa tan pronto
como averigüemos lo que está pasando. Él va a estar bien. Estoy segura.
—Ella me aprieta la mano.
Diez dólares a que las mujeres podrán ir a casa, pero los hermanos no. O al menos no todos ellos.
Un hombre en una bata verde entra en la habitación. —¿Familia Reed? —pregunta.
—Aquí —dicen todos a la vez. El doctor mira a su alrededor y sacude la cabeza.
—¿Familia directa? —pregunta.
—Aquí —dicen todos a la vez de nuevo.
—Adelante con eso —ladra Paul.
—Tu
hermano es un hombre muy afortunado —dice el doctor mientras se saca
las gafas del rostro y pasa un dedo sobre el puente de su nariz—. Se
rompió la tibia, uno de los huesos de la parte inferior de la pierna,
durante el accidente, y tiene una laceración en la cabeza bastante
grave. Lo cosieron, fijamos la pierna, pusimos un yeso, y vamos a tener
que mantenerlo por lo menos durante la noche.
—¿Por qué? —pregunta Pete.
—El médico del equipo quiere mantener un ojo sobre él.
Así que saben quién es él. Y lo que hace.
—¿Cómo lo supo el equipo?
El
doctor se encoge de hombros. —Yo los llamé. —Nos echa un vistazo a
todos—. Él juega béisbol profesional. —Lo dice como si fuera el Santo
Grial—. Están enviando al médico del equipo para evaluarlo en la mañana.
La
puerta se abre de golpe, y un par de hombres y algunas mujeres entran a
la sala. Son escandalosos y ruidosos y extremadamente irrespetuosos.
—¿Aun será capaz de jugar? —pregunta uno de ellos.
El doctor niega con la cabeza. —Va a estar en la banca por un tiempo. Es una maldita lástima.
Paul desliza una mano por su cara y toma una respiración profunda.
—Algunos jugadores regresan de una lesión de este tipo —dice el doctor amablemente.
Oh, demonios, ¿hay una posibilidad de que no pueda volver a jugar?
—¿Podemos verlo? —pregunta Pete.
—Uno a la vez —dice el doctor con un asentimiento.
—¿Por cuál camino? —ladra Pete. El doctor señala.
Pete toma la mano de Reagan y la arrastra por el pasillo. —¡Sólo uno! —grita el doctor.
—Somos solo uno —le grita Pete, pero no se detiene.
—Matt, deberías ser el siguiente —dice Paul—. Tienes que ir a casa por los niños.
Matt asiente, pero dice—: También tú.
—Voy a quedarme por un rato de todos modos.
—Sabes que Pete no va a ir a casa esta noche —dice Matt.
Paul asiente. —Lo sé.
Pete y Sam son gemelos. Tienen un vínculo.
El
doctor estrecha la mano de Paul y sale de la habitación. Las personas
que llegaron de los últimos rodean a Paul, haciéndole preguntas. Resulta
que son parte del equipo. Y las chicas son animadoras.
—Sólo la familia puede visitar —advierte Paul.
—Lo
sabemos —dice una de las chicas—. Escuchamos sobre el accidente y sólo
queríamos venir a ver cómo estaba. No nos quedaremos mucho tiempo.
Me
siento junto a mis hermanas. —D-deberían ir a c-casa —les digo en voz
baja. Hablo con mis hermanas. Siempre lo hago. Mi tartamudeo no es tan
malo cuando hablo con ellas. No es tan malo como ocurre con cualquier
otra persona.
—Vamos
a esperar —dice Lark. Inclina la parte posterior de su cabeza contra la
pared, y la ladea para poder mirarme. Toma mi mano y le da un apretón—.
Él va a estar bien —dice.
Tomo una respiración.
Me
siento en silencio mientras sus hermanos entran y salen. Pete y Reagan
salen, y Matt y Sky entran. Y el ciclo continúa hasta que todos han
tenido una visita. Pete se despide de Reagan con un beso. Parece que va a
pasar la noche aquí después de todo. —Esta es una noche de bodas muy
apestosa —le dice él.
—Me
compensarás por ello más tarde —bromea ella. Él la abraza, y luego la
acompaña a ella y al resto a los taxis que esperan afuera.
Cuando
Pete regresa, me pongo de pie y limpio el trasero de mi pantalón.
Debería irme a casa. No puedo hacer nada por nadie aquí.
Pete
hace un gesto hacia el pasillo. —Vamos —dice. No quiere que los
miembros del equipo o las porristas me vean. Me escabullo por la puerta y
lo sigo por el pasillo. El olor a desinfectante me hace cosquillas en
la nariz.
Cuando llegamos a la habitación de Sam, él está sentado, pero sus ojos están cerrados.
No quiero despertarlo, digo con señas.
Sonríe. —Él preguntó por ti.
Mi corazón golpea. ¿Preguntó por mí?
Asiente. —Está un poco jodido. —Sonríe—. Muy bien, está muy jodido.
Entro
en la habitación y me siento en la silla junto a su cama. La mano de
Sam se encuentra fuera de las sábanas, así que la tomo en la mía. Puedo
ver las venas de su mano, rígidas contra su piel demasiado pálida, y
muevo la línea de su intravenosa para no chocar con ella.
De
repente la mano de Sam aprieta la mía. Levanto la vista y lo encuentro
sonriéndome. Es una sonrisa tonta, y estoy tan malditamente feliz de
verla que las lágrimas llenan mis ojos.
—No llores, pastelito —dice en voz baja.
Sus ojos apenas están abiertos, y han afeitado parte de su cabeza.
—Estoy tan contenta de que estés bien —susurro. Doy golpecitos con mi pulgar sobre la baranda, así puedo hablar sin tartamudear.
—Va
a tomar más que un enorme camión con un conductor ebrio para
eliminarme, pastelito. —Se ríe, pero luego se agarra la cabeza—. Eso
duele —murmura.
—¿Puedo hacer algo por ti? —Tap. Tap.
—Sólo quédate por un rato.
Muevo la silla más cerca.
—¿Dónde está Pete? —pregunta.
—No lo sé. —Tap. Tap.
—Él se casó hoy. Y jodí toda su luna de miel.
—A él no parece importarle. —Tap. Tap.
Susurra ferozmente—: ¡Está desesperado por echar un polvo!
Me río. No puedo evitarlo. —Él preferiría estar aquí.
—Si
tuviera que elegir entre tener sexo asombroso con mi nueva esposa y
pasar el rato conmigo, no me escogería. Estaría en casa follando a
Reagan. —Su cara se pone un poco verde—. Bueno, yo no follaría a Reagan, porque eso sería asqueroso. Pero Pete debería estar en casa follando a Reagan.
Sus palabras están mal articuladas y puedo decir que le han dado medicamentos para el dolor. Pero aun así me hace reír.
—¡Oye, pastelito! —dice, como si acabara de tener una gran idea—. Estoy tan contento de que estés aquí.
—También yo —digo.
—Pensé que estabas lista para patearme en la acera.
Lo estaba. Pero cuando me enteré de que estaba herido, casi me destruyó. —Lo haría si pudiera —digo.
—¿Crees que podrías enamorarte de mí, pastelito? —exclama.
Me
sorprende. Sé que está medicado, así que no debería tomar en cuenta sus
palabras, pero no puedo evitarlo. —Deberías descansar un poco —digo. Tap. Tap.
—Así
que, eso sería un no. —Silba. Luego arruga su cara cuando eso hace que
le duela la cabeza—. Estoy en problemas —susurra en voz baja.
—¿Qué?
Me
aprieta la mano. —Estoy bastante seguro de que estoy enamorado de ti,
pastelito —dice—. Me gustaría que también pudieras amarme.
—Has tomado un montón de medicamentos para el dolor —digo.
De
repente, agarra el cuello de mi camiseta y me tira para que caiga en su
pecho. Sus labios están justo al lado de los míos. —Escúchame —dice.
—Está bien —susurro.
—No tengo mucho para mí, pero sé cómo se siente el amor.
—¿Cómo?
—Solo es así, pastelito. No consigues escoger de quien te enamoras. Y Dios lo sabe, si mi cabeza pudiera elegir, no serías tú.
Me empujo lejos de su pecho, porque estoy ofendida. Pero él me sostiene con fuerza.
—Tú
no eres fácil de amar, porque no me puedes amar de vuelta. Pero podrías
hacerlo algún día. Esperaré. Pero tienes que empezar a tomar mis
llamadas. —Él ahueca la parte trasera de mi cabeza y lleva mi rostro
hacia el suyo. Una tos desde la puerta nos sobresalta. Me levanto y bajo
mi camiseta donde él la subió.
—Las horas de visita han terminado —dice una enfermera.
—No
es una visitante —dice él. Ella se acerca e inserta una aguja en la
intravenosa, y sus ojos se cierran. No los abre cuando dice—: Ella va a
casarse conmigo algún día. Es solo que no lo sabe aún. —Su cabeza cae
hacia un lado y empieza a roncar suavemente. Su mano se afloja en torno a
la mía.
Me aparto de nuevo, mi corazón latiendo como loco.
—Dicen
algunas de las cosas más ridículas cuando están medicados. —La
enfermera sacude la cabeza—. Probablemente no recordará nada de esto
mañana.
Pete entra en la habitación. —¿Todo bien? —pregunta. Mira de Sam hacia mí y de vuelta.
—Sólo le di algunos medicamentos para el dolor —dice la enfermera.
Me voy a ir, le digo en señas. Me giro cuando llego a la puerta. ¿Llamarás si algo sale… mal?
Él asiente. —Voy a ir a tomar un café mientras está dormido.
Voy
al baño público y hundo la espalda contra la pared. Él fue medicado. No
quiso decir nada de eso. ¿Verdad? No pudo haberlo hecho. Me quedo ahí
hasta que mi corazón se deja de sentir como si va a salirse de mi pecho.
Necesito ir y decirle que sí tengo sentimientos por él. ¿Qué pasa si
algo sale mal durante la noche y no puedo decírselo mañana? Necesito que
lo sepa.
Voy
de regreso a su habitación y me detengo en la puerta. Hay una chica
sentada al lado de su cama. Está sosteniendo su mano y hablando con él.
Él sonríe y dice—: Lo digo en serio. Voy a casarme contigo.
Mi corazón se sacude. Bien podría haberme apuñalado con un cuchillo.
Me giro y me voy. No me encuentro con Pete, y mis hermanas me esperan.
—¿Qué pasó? —pregunta Lark cuando entramos al taxi.
Limpio una lágrima de mi mejilla que serpentea un camino caliente por mi cara. —N-nada.
—¿Hablaste con él?
Asiento.
—¿Y? —chilla Wren.
—Y-y la a-animadora se encuentra con él ahora.
—Oh —dice Wren.
—Sí —digo.
Soy una idiota.
MIL GRACIAS A LAS CHICAS DE SIMPLY BOOKS!
Jaja genial wow gracias x esto lo estare esperando GRACIASSS las adoro x todo el trabajo
ResponderBorrarGracias a ti por tu bello comentario! Estará muy pronto!!! Esperalo!
BorrarNo dejes de visitarnos y siguenos por blogger y google+, Chau!
Hola! Ya esta disponible Zip, Zero, Zilch y A Christmas with the Reed
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Diosss la espera vale la pena.. me encanta.. gracias por esto adoro esta serie
ResponderBorrarHola! Claroooo que vale la pena la espera, he leido un buen monton de capitulos de este libro y no nos defraudará para nada! Amarán a Sam!!! Mi debilidad es Matt, pero Sam es demasiado dulce para no amarlo y hot como todos los Reed! Esperalo!
BorrarAww gracias todo tu blog es súper por fa cuando tengas el pdf me lo mandas al correo evelynmgs15@gmail.com estoy muy ansiosa de leerlo. Ojala no se demore :D
ResponderBorrarHola! Aun no han terminado con la traduccion de todos los capitulos, pero no creo que se demore mucho, aun asi vale la pena la espera!. Seguo te lo envio, tambien puedes seguirnos por blogger o google+ y asi estas al tanto de las novedades! Un beso y gracias por visitarnos.
BorrarMe encantan los reeds espero con ganas a Sam
ResponderBorrarSi la verdad es que los Reed tienen enganchadas a mas de una! Esperalo ;)
BorrarHola! Ya esta disponible Zip, Zero, Zilch y A Christmas with the Reed
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