Tras
haberse criado viviendo en moteles baratos y viajando de ciudad en ciudad con
su hermana y su madre, Cheyenne agradecía poder mantenerse por fin a sí misma.
Sin embargo, continuaba inquietándola el misterio de sus primeros recuerdos,
presididos casi todos por una mujer rubia y sonriente. Una mujer que no era su
madre.
Aunque
había pedido repetidamente explicaciones, las personas que podían ayudarla no
estaban dispuestas a hablar. Cheyenne anhelaba encontrar respuestas, pero sin
tener siquiera una partida de nacimiento, no era fácil.
La
situación se complicó aún más cuando su mejor amiga comenzó a sentirse atraída
por el hombre del que ella estaba secretamente enamorada desde hacía años. Por
el bien de Eve, decidió apartarse de su camino, y aterrizó en los brazos de
Dylan Amos. Era la clase de hombre que Cheyenne se había prometido evitar…
aunque, quizá, dejarle marchar fuera un error…
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